La pintura de Anselm Kiefer

 


Anselm Kiefer es un pintor y escultor de origen alemán es uno de los representantes más destacados del Neoexpresionismo siendo su obra, un referente de la experimentación plástica a través de diferentes medios y soportes que van desde el grabado hasta la instalación.


Anselm Kiefer estudió derecho, lenguas y literatura romana, antes de dedicarse por completo a la pintura. Se obsesiona por indagar en la historia y la mitología alemanas, también en la egipcia, así como en la Biblia o la Cábala. En 2005 mostró una serie de pinturas basadas en la obra poco conocida del poeta futurista ruso Velimir Chlebnikov (1885-1922). Recibe las influencias de artistas como Georg Baselitz y Jôrg Immendorf, pero además sigue las lecturas del filósofo Martin Heidegger, a quien en 1975 le dedica uno de sus primeras publicaciones; y la música de Richard Wagner, de quien utiliza el nombre de la ópera Die Meistersinger (1981-1982) para titular una de sus obras.


Anselm Kiefer
Die Meistersinger (The Mastersingers), 1982


Lejos de ser un mero ilustrador de problemas puntuales de la historia alemana, Kiefer ha desarrollado un estilo independiente de pintura que a veces explora la relación entre fotografía y pintura, utilizando frecuentemente fotos como base del cuadro. Su técnica consiste en la aplicación de numerosas capas gruesas de pigmento hasta producir un impasto tan denso que tiene que ser cortado o quemado para poder seguir aplicando capas. 



En sus trabajos predominan los colores ocres y grises. Salvo contadas excepciones (como en las acuarelas de 2013), prevalece una paleta lúgubre, influenciada más por los materiales que por la pintura. 


La pintura de Anselm Kiefer es principalmente matérica. Lo cual quiere decir que utiliza distintas técnicas, como acrílico, óleo, dibujo , acuarela, fotografía y collage, y lo funde con múltiples materiales como vidrio, madera, vegetales, ensamblaje, paja, ramas, madera, yeso, piedra, ceniza, polvo, flores, ropa, metales, alambre de púas, armamento militar, desechos, etc.



Sus cuadros, generalmente de gran formato, se generan a partir de distintas capas. Crea una, la borra, aunque no del todo, y sigue trabajando en una nueva capa, a modo de palimpsesto, como el propio artista afirma. Esta es su forma de decirnos que lo transmitido nunca nos llega en su forma auténtica, sino después de pasar por las manos de diversos intermediarios que han alterado el original. Le interesa lo que casi se ha olvidado.



Sus temas son crudos y fuertes e incluso tabú, habitualmente relacionados con la guerra, el nazismo, los campos de concentración y otros temas de la historia alemana reciente. su arte existe a partir de construir, demoler y reconstruir. Como si quisiera representar el universo. 



“Cuando una estrella explota todo el material va al cosmos, y luego un día será recompuesto. Será otra estrella, por eso guardo todos los restos de mis cuadros en cajas…”. 

La obra que más llamó la atención fue la siguiente principalmente por el contraste entre los tonos amarillo de las ramas y azul de la pintura de fondo, además de que me da la sensación de un gran paso del tiempo como si fueran los restos de una estatua y que la naturaleza tapara un evento histórico que alguna vez ocurrió.

Anselm Kiefer.
“Deja que florezcan mil flores” (2000).


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